domingo, 23 de octubre de 2011

¿POR QUÉ NO LO COGES? PORQUE ERES TÚ

Hola a todos, Mouriñistas y Guardiolistas,

una vez más, disculpadme por el retraso, han sido tiempos complicados para sentarse y escribir pero tengo propósito de enmienda y por fin logro hacerlo para dedicar unas líneas a alguien que las merecía desde hace tiempo y desde el 28 de agosto, especialmente.

El 28 de agosto, el teatro de los sueños presenció una humillación creo que sin precedentes entre dos equipos grandes que luchan por los mismos objetivos. El Manchester United, sin ser el mejor de los últimos tiempos pero demostrando una vez más su inagotable carácter competitivo arrasó al fino (y blando) Arsenal de Londres aplastándolo con ocho goles.

El título de la entrada de hoy, aparte de ser otro guiño a un amigo, es la conversación que tendríamos Arsene Wenger y yo si nos encontrásemos en la calle tras semanas de persecución telefónica por parte del francés sin ningún éxito (sensación, por otro lado, que no le es extraña).

Volvemos al monográfico para poner en la picota a uno de los más prestigiosos entrenadores del mundo, quizá considerado uno de los tres o cuatro mejores, que llegó a conquistarme en su día y que sin embargo hoy me causa algo cercano a la repulsión, concretamente, asco-pena, si me permitís la expresión.

Tras 10 años entrenando en su país natal y un pintoresco y breve paso por Japón, Wenger llegó a Londres en el año ’96 para rescatar a un Arsenal a la deriva en esos momentos.

Sus primeros años fueron un éxito, descubrió jugadores, empezó a introducir otra manera de jugar al fútbol en el país que inventó este deporte y ganó títulos. Los gunners con menos dinero y tradición le robaban el trono al ManU haciéndose con tres ligas y cuatro FA cups concentradas en ocho temporadas (en sus primeros nueve años, empezó a ganar en su segunda campaña, primera completa).

En esa época brillante además de estos siete títulos importantes consiguió gestas tan notables como los dobletes de los años ’98 y 2002 o la liga sin derrotas (¡ni una sola en 38 partidos!) de 2004.

A pesar de eso, el Arsenal era un equipo pequeño en Europa, que nunca había superado los cuartos de final en la Champions League pero también pudo con eso en la 2005-2006 alcanzando la final que perdió contra el Barcelona gracias a Manuel Almunia y a uno de los ídolos locales y estrella mundial al que todavía se le espera en una gran cita, Thierry Henry. Aquella final la jugó muy bien el Arsenal (con uno menos desde muy pronto) y aunque era inferior y el Barça claramente el mejor equipo de Europa debió haber ganado, si los protagonistas antes mencionados no hubiesen cometidos los errores que tuvieron aquella noche.

Se completaban 10 años resplandecientes y Arsene se convertía en el nuevo manager de la liga inglesa, el nuevo Ferguson. Un hombre de la casa, con mando y tiempo para desarrollar su proyecto.

Además era francés, no jugaba al pelotazo como se había acostumbrado en las islas desde el origen de todo y era un romántico de este deporte porque descubría estrellas.

Era el hombre de moda, el coach que todos querían, hasta el punto de que el equipo más grande de la historia y también el más inestable en el banquillo de las últimas décadas, el Real Madrid, le quiso y dos veces. Era la bandera electoral de Villar-Mir en 2006 y el deseado por “planeta Floren” a su vuelta en 2009.

Pero AW nos despreció, nos rechazó en ambas oportunidades y no contento con eso, nos criticó públicamente, en varias ocasiones, una de las últimas, criticando nuestro modelo imperialista fichando a balones de oro pagando auténticas millonadas (pero del fichaje de Ibra por los de Pep no dijo nada ni del de Zizou, su compatriota, en su día).

¿Por qué nos rechaza? ¿Por qué nos hace daño? Por el mismo motivo por el que lleva perdiendo desde 2005, por miedo, por falta de ambición, por aburguesamiento, por comodidad.

Cuando un entrenador ha ganado tanto en nada más y nada menos que 10 años, cierra ciclo y busca un nuevo reto. Debe hacerlo. Coger al Madrid y más con la inestabilidad en la que vivíamos es EL RETO. Mou, que si es el número uno, lo ha asumido y aguanta contra el rival más duro de todos los tiempos. El paciente francés sigue en su poltrona en la que vale todo.

Wenger se ha conformado con estar cerca, siempre entre los cuatro primeros y con opciones hasta las últimas jornadas (aunque sean remotas) porque tiene una coartada.

La coartada de la eterna reconstrucción. AW ha instaurado un régimen de reconstrucción permanente. Sus aciertos descubriendo jugadores jóvenes le han legitimado para fichar siempre a futbolistas no contrastados y vender a las estrellas del equipo transmitiendo la idea de que el equipo está naciendo, creciendo y que tiene proyección, recorrido.

¡¡¡Pero es todo una gran mentira!!! El espigado es un cobarde que se regocija en su imagen de elegante idealista que además de descubridor de talentos es uno de los pocos náufragos de la isla del fútbol ofensivo y, sobre todo, de toque.

Las apuestas y las reconstrucciones son buenas pero si son permanentes te alejan del éxito, siempre te falta algo para dar el último salto.

Entonces, ¿por qué lo hace? Intento encontrar un motivo que no sea la cobardía apuntada anteriormente y se me ocurre que sea por dinero. ¿El Arsenal necesita dinero?

Desde que dejaron de ganar, en 2005, han traspasado a las siguientes figuras: Vieira a la Juve por 20 millones de euros, Henry por 24 al Barça, Adebayor al City por 28, Cesc también al Barcelona por 34 (que podrían llegar a ser 40) y Nasri también al City (menos el Madrid, aquí pillan todos) por 28 millones de euros. Total: 134 millones de euros en seis años. Desde entonces el fichaje más caro y el único que ha llegado a los 20 millones ha sido Arshavin.

Parece que siguen el modelo del Sevilla de Monchi pero no me encaja porque el Arsenal es el quinto equipo del mundo que más dinero genera, 274,1 millones de euros en el último año según Football Money League 2011.

¿Son un centro de costes que sólo ajusta ingresos y gastos y no se preocupa de los títulos? ¡¡No deberían!! Un equipo de fútbol no es una empresa cualquiera, su vocación debe ser otra y la de Wenger, hombre de fútbol, también debe serlo.

Todo me hace volver a la teoría de la comodidad en su asiento del Emirates, en la autocomplacencia del adorado y admirado por todos (a veces mejor considerado que ganadores como Mourinho y Capello), el endiosamiento del innovador de la Premier con la mejor “propuesta futbolística”.

Esa misma propuesta le ha llevado, y esto si es meramente técnico y futbolístico, a suprimir el segundo delantero para recrearse en el fútbol de circulación con un centro del campo superpoblado de peloteros.

Vimos grandes parejas de delanteros en el Arsenal. Bergkamp coincidió con Ian Wright una temporada, en la 96-97, que fue sustituido por Anelka. Dos años después llegó Henry que se mantuvo mucho tiempo acompañando al holandés.

Aparte de esas parejas de atacantes había buenos medios llegadotes (Overmars primero, Pires después, por ejemplo).

Pero Arsene dejó de jugar con dos puntas, su fútbol perdió verticalidad, ganó toque pero la pegada se quedó en el camino. Es normal, fijaos, todos los equipos que juegan un 4-2-3-1 tienen problemas para marcar salvo que alguno de la línea de tres tenga mucho olfato (ejemplo, Cristiano en el Real).

Wenger es un maestro en la gestión de expectativas, siempre consigue que sean bajas y a muy largo plazo, y tiene buen gusto pero con el paso del tiempo ha defraudado a un otrora fan suyo como yo y supongo que a alguno más. Wenger no quiere ganar, tiene miedo a pedir, no quiere ser favorito y tiene un gran despliegue montado (organizativo, futbolístico y mediático) para alimentar su coartada.

¿Cuál será su siguiente paso? ¿Se retirará en el Arsenal? ¿Se sostendrá su coartada? No puedo contestar a esas preguntas pero desde hace un tiempo he visto la mentira que representa, me alegro de que no llegara a la Casa Blanca en su momento y espero que el tiempo vaya desmontando parte de su exagerado prestigio.

¡Pronto volvemos con más fútbol!

Un abrazo a todos.